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Esta mañana, en las noticias, además de hablar de la Gürtel, de las tarjetas black, de la crisis del PSOE, de la gobernabilidad, han estado hablando de esperanzas de vida. Decían que parece haber evidencias científicas de que hemos alcanzado el tope de esperanza de vida para la especie, y que en los últimos años, por primera vez, había dejado de aumentar. Entiendo que estas expectativas se refieren a los más avanzados y saludables países del primer mundo. O quizás no. Los médicos en la noticia hablaban también de número máximo de años que podría vivir un ser humano, y habían establecido un tope orientativo de 122. Parecían mostrarse bastante decepcionados con el número, quizás tenían expectativas más elevadas, pero no se daban por vencidos, y depositaban sus esperanzas en ensayos genéticos para poder conseguir regeneraciones celulares y conseguir una marca mayor. No sé si se refieren a conseguir una marca puntual, algo así como batir un récord con algún ser humano puntual, simplemente para satisfacer la vanidad científica, o si se proponen a costa de ciencia el conseguir extender esas técnicas al conjunto de la sociedad y que la esperanza de vida pase de unos 80 años actuales a los ciento cincuenta, o a los doscientos…

Mi pregunta es ¿para qué?. Es decir, es cierto, ahora mismo hay mucha gente que alcanza edades realmente asombrosas. Cuando alguien muere a los ochenta, de hecho, lo habitual es escuchar sorpresivos del tipo «oh, qué joven!». Porque ahora a lo que se aspira es a ser nonagenario, o centenario. Sin importar en qué condiciones se esté viviendo. Lo primero es durar. Es cierto que el número de años con una buena calidad de vida ha aumentado mucho, y que siempre hay excepciones, pero al alcanzar determinadas edades, el estado físico está tan deteriorado que o bien se ha perdido la cabeza, o la autonomía, o la movilidad, se está tan deteriorado que duele todo, y continuar viviendo resulta muy penoso. ¿Alargar esa etapa de la vida? ¿Para qué? Y eso por no hablar de los efectos devastadores para el planeta, porque si ya sobramos la mitad de los de esta especie, que además arrasamos recursos a una velocidad que ríete tú de las langostas, y dedicamos nuestros esfuerzos en seguir alargándonos artificialmente los años, será para poder asistir al fin.

Creo que no se trata tanto de un para qué, porque salvo el ego del científico no creo que exista ninguno, sino de un por qué. Y es esa incapacidad que tiene el ser humano para aceptar la muerte como algo tan natural como el que a los quince años aparezca vello en las axilas. Y mira que sabemos que la muerte es algo que va a ocurrir desde bien pronto, y que quizás sea la única certeza vital que tengamos, así que años para normalizar este hecho, y para desdramatizarlo no faltan. Pero sin embargo al leer los comentarios de los lectores de la noticia, veo que mucha gente está realmente preocupada ante las noticias del estancamiento y con una sensación de insuficiencia ante la marca estancada. Algunos se ríen de los científicos, considerándolos mediocres en su ambición, con argumentos como las edades de los grandes del Antiguo Testamento (Matusalén ostenta el récord de 969 años), otros son más de la teoría conspiratoria, y dicen que si el estado invirtiera en un banco de cordones umbilicales se superaría la marca, pero los estados no están dispuestos a invertir en eso. Hay hasta uno que asegura a que en pocos años, quien pueda pagárselo, será inmortal.

A mí, durar no me interesa demasiado, creo que se trata de vivir. Todo lo que tenemos son unos años de regalo, después ese regalo le toca a otros, y después a otros. Se trata de disfrutar todo lo posible ese tiempo. Hacer, probar, sentir, explorar, experimentar, divertirse, jugar, amar.  Y no tenemos más importancia. La longevidad puede llegar a ser terrible, y la inmortalidad ni te cuento…. conmigo que no cuenten.