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Como viene siendo habitual, la díscola viernes publica cuando le viene en gana, sábado camino de domingo.  A veces no es sencillo sacar el tiempo, de hecho, he empezado ya dos veces a contestar el comentario de Insomne, y a mitad algo me ha obligado a dejarlo a medias. A veces lo que no es sencillo es encontrar ideas. Y es que temo estar repitiéndome hasta la saciedad con los temas que me interesan o me obsesionan, y aburrir. A los lectores y a mis compañeras. Y tiene narices que tema aburrir la culpable de artículos cuya extensión desalienta a comenzar siquiera con la lectura de la primera línea. Me conmueve por tanto el interés de las pocas personas que no sólo se animan con ella, sino que continúan hasta el final. Eso es pasión lectora.

Hace poco tiempo que me he habituado a escuchar la radio por las mañanas y algunas tertulias nocturnas. Antes sólo leía algo de prensa digital en diagonal, y a veces algún telediario del canal 24 horas (mis horarios no son compatibles con otros que no sean poco menos que titulares), y ahora me doy cuenta de la mínima profundidad con que se tratan muchos temas de actualidad en esos informativos. Pero también me doy cuenta de la frecuencia con que se repiten los mismos temas en estos programas de radio, o en las tertulias televisivas. Y nadie parece estar preocupado por aburrir a la audiencia. Será que quizás tampoco hay tanta variedad, y quizás mis preocupaciones propias estén infundadas, y no pasa nada por estar ocupando Euler incansablemente con temas económicos, sociales y, en general, relativos a la naturaleza del ser humano y su comportamiento, desde el punto de vista psicológico, filosófico o social.

Pero aún así, aunque me gusten estas recién descubiertas formas de informarme con más profundidad de ciertos temas, aunque me guste escuchar varios análisis de varias personas diferentes, con diferentes perspectivas, aunque me guste, de vez en cuando necesito un descanso, porque me agoto. Me agota la crisis, me agota la corrupción política, me agota la economía, me agotan las lacras sociales, me agota este país en vías de subdesarrollo, me agoto. Y hasta de lo que me gusta necesito descansar, y quitar la radio y poner música, quitar la tele y charlar, olvidarme de todo y terminar mi libro de Lolita, que me está costando la misma vida, olvidarme de todo y ver una peli, olvidarme de todo y escribir el día que me apetece y de lo que me apetece, olvidarme de todo y fumarme un cigarro tumbada en un sillón mirando al techo.

El miércoles Ana nos envió un mail a Carmen y a mí proponiendo que esta fuera la última semana de Euler hasta septiembre. Euler nos gusta. A las tres. Pero es cierto, hasta de lo que te gusta hay que saber descansar. Así que desde hoy hasta el próximo 2 de septiembre, quedan inauguradas nuestras vacaciones. Quizás sirvan para que se nos ocurran nuevos temas con los que sorprender a nuestros lectores, como podría ser, se me ocurre,  el cultivo ecológico del Aloe, las dudas que plantea la física cuántica o la veracidad de los indicios de una vida extraterrestre… quién sabe, tres meses pueden cambiar por completo a tres personas.  O no.

Feliz descanso a todos, hasta el 2 de septiembre.

3 pensamientos en “Un descanso de tres meses.

  1. ¡Pues felices vacaciones! En cualquier caso, cuando queráis visitadnos. Las ideas se multiplican gracias a la comunicación. Os esperaré hasta septiembre.
    Saludos,
    Rafael

  2. Tu que vas a aburrir! Incluso los artículos en los que no se ve el final (digo por la extensión que no por el contenido) se leen con gusto! Recargaremos pilas para ese septiembre que no tardará nada en llegar! 🙂

  3. Nunca aburres pero es cierto que a mí me requieres una atención especial (no eres tú prolífica porque sí, que vas y llenas el texto de ideas y no se puede leer en diagonal, como tu dices) y, en llegando estas fechas, se me agota el cerebro y no doy para escribir ni, casi, para leer. Es mejor coger vacaciones ahora y recuperar energías mentales que dejar que el aburrimiento nos atrape. ¡¡¡Felices vacaciones, compañeras!!!

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