Home

Hoy no pensaba escribir. La ausencia de mis compañeras me obligaba a autoenlazarme y, además, el tema del que hoy me salía escribir era un poco más de lo mismo sobre mi artículo anterior. Más sobre lo femenino, más hablar de las mujeres y nuestro papel en el mundo. Alguna experiencia propia en los últimos días y el haber visto ayer con mis hijos parte del último Salvados, titulado Nosotras, me inducía a eso.

No pensaba escribir, digo, por no repetirme, por no repetirnos en este blog en el que el tema vuelve de vez en cuando, por no repetirme tan seguido al menos. Pero esta tarde he estado leyendo algunas noticias, como el espantoso record de tres mujeres muertas por violencia machista en solo cuarenta y ocho horas  o el entregado discurso de Madonna al recoger un premio a la mujer del año, y he terminado pensando que quizá no solo no debería evitar repetirme, sino que lo obligado era hacerlo.

En nuestro mundo cada día no sé si decenas o cientos de mujeres mueren a manos de sus parejas, cada día cientos o miles de niñas son obligadas a casarse o a prostituirse, cada día innumerables actos perjudican a mujeres y niñas por el mero hecho de serlo, cada día, repitiéndose. Por eso ha dejado de parecerme mal el hecho de repetirme al hablar de ello.

Del discurso de Madonna me ha llamado la atención la acusación que recibió de una escritora feminista de que hacía retroceder a las mujeres, de que su actuación individual al exponerse sexualmente perjudicaba a las demás. Esa acusación no es más que una muestra de esa exigencia para cada mujer que alcanza cualquier tipo de éxito de representar a la mitad de la humanidad. Es verdad que cada mujer que llega a puestos antes solo reservados a varones rompe una lanza por todas las que aún no llegaron pero esa responsabilidad es una carga añadida que los hombres no tienen.

Hay muchos hitos pendientes de conseguir, los primeros sin duda los de acabar con las muertes y la explotación sexual, pero deberíamos aspirar a que, tanto en el éxito como en el fracaso, se nos trate como los individuos únicos que todas somos. Que se nos reconozca tanto el derecho a ser tratadas con equidad en el reparto de oportunidades como el de representarnos única y exclusivamente a nosotras mismas. Que la exposición sexual de Madonna le haga avanzar o retroceder a ella como artista, si es que eso tiene algún sentido, y que las meteduras de pata de cada mujer en puestos de responsabilidad le perjudiquen única y exclusivamente a cada una.

Llegará el día en que, cuando una mujer alcance el éxito en cualquier ámbito, recibirá todos los honores que su actuación merezca sin que se haga continua mención a su sexo. Llegará el día en que los discursos como el de Madonna estarán fuera de lugar y en blogs como este no habrá excusa para repetir tema.

¿Llegará? ¿Seguro?